Pero este post no tenía que ir de ésto. Este post tiene que ir sobre bollerismo.
Me he estado resistiendo las últimas semanas a escribir esta segunda parte. La primera ya fue demasiado costosa para mi. Hablar de bolleras en un blog ulta-gay es de lo más desagradable. Aunque sean mis amigas. Aunque sean mi familia postiza. Aunque matara por ellas. Vaya, ya me salió la reina del drama, otra vez.
Pero no he podido postponerlo más. He recibido una amenaza de Mónica diciéndome que, si no lo hacía, no sería invitado más a esa casa, ni me dejarían ver a su hija Helena jamás en la vida. Esto es chantaje emocional.
Así que a quí estoy, hablando de nuevo de Cata y Mónica, de su encantador matrimonio perfecto, de su humus huntado en panecillos integrales, de sus verduras al vapor del Mercadona (que metes en el microondas sin sacar de la bolsa, oye, qué práctico). Y hablando de Helenita, claro, mi sobrina postiza.
Helena ya va a la guardería. Y no tiene ni un año, la jodida. Cuánta crueldad. Cata no lo veia muy claro, porque es la supermadre protectora, pero Mónica dijo que sí, que espabile, que se mezcle con los otros niños, que los niños tienen que estar con otros niños. Contagiándose virus y dándose de hostias entre ellos. Que eso es muy sano.
Todos temían que la pequeña no se adptara, que llorara al dejarla sola. Pero nada que ver. Ya pasa de sus madres olímpicamente, se queda en la guardería como si nada. Porque allí hay más juguetes, claro. No ha tenido que cumplir los catorce años para pasar de sus madres como de la mierda. Cualquier día les viene con novio...o novia. Que aún es pronto para saberlo. Aunque intentaremos corromper su inocente mente, como buenos homoxesuales crueles y destroza civilizaciones que somos.
Ah, y ya gatea que lo flipas. Y anda agarrada a los muebles. Va por buen camino. Y eso que la están educando unas bolleras, tiene bastante mérito. Yo creía que no iba a hablar ni a andar nunca, que lo vi hace poco en un documental de Intereconomía.
El pasado martes estuve con ellas y fuimos al cine. Vimos La Piel Que Habito. A mi me gustó la hostia. De verdad. Es cojonuda. Sé que no es una crítica muy elaborada. Pero me la suda. Es im-pre-si-o-nan-te. Pues hala, esta ha sido mi crítica al estilo Boyero. Aunque Boyero odie a Almodóvar.
Hasta aquí tendría que haber llegado mi post bollerista. Debería valer con ésto.
Pues no.
Porque Mónica me hizo jurar bajo amenaza de muerte (y que te amenace una lesbiana es lo más terorífico que te puede pasar) que pondría una foto de la muy bollera Elena Anaya. Joder. Que en mi blog no puedo poner fotos de tías, joder. Que espanto a la clientela. Pues no me queda más remedio. Lo siento. Ahí va la foto que más me ha gustado de ella:
Esta es la foto que más morbo me ha dado de la muchacha en cuestión |
Bueno, igual no cuela esta foto. Por si acaso pongo otras dos. Yo es que ya no puedo humillarme más.
Pues no lo entiendo. No sé que la veis. Donde esté una buena polla... |
Ostras, pues aquí, si la pones bigotillo, igual me la tiraba hasta yo y todo. ¡Pero...qué estoy diciendo! |
Y para colmo, desesperado, una vez cruzada la línea de la verguenza y la deshonra, tengo que poner una de las dichosas fotos de este verano. La Elena Anaya dándose el lote con otra tía. Horrible. Espeluznante. El apocalipsis gay.
Rajoy, futuro líder de España, no consientas este tipo de cosas. Acaba con ellas. ¡A la cárcel! |
Estoy agotado. No puedo más. Esto ha sido peor que la mudanza. Porque en una mudanza te cansas físicamente, pero con este post me he quedado hecho polvo mentalmente. Al final voy a tener que ir al psicólogo ése al que nunca iré.
De esta no me recupero.