Yo tenía que haber nacido en el siglo XIX. Es que en el fondo creo que soy un romántico. Pero no un romántico de ésos que ven pelís de
Meg Ryan y lloran mucho (qué antiguo soy, si la
Meg Ryan ya no hace películas). Ni de ésos que regalan flores por
San Valentín. Yo soy un romántico en el sentido más clásico de la palabra. Yo creo que soy como muy decimonónico. Toma ya.
Es que en las últimas semanas he ido (mejor dicho, me han llevado unas maricas cultas de
Madrid) a dos exposiciones de las que te dejan como muerto. Yo es que soy un poco paleto y a mi el síndrome ése de
Stendhal me da muy fácilmente, con cuatro cuadritos un poco monos que me enseñes, ya me pongo malo. No necesito viajar a
Roma o a
Florencia para morirme de gusto. Y ahora no estoy hablando de follar, malpensados. Qué barato soy.
Hace como dos semanas fuimos a la exposición de
Delacroix en el
Caixa Forum.
Delacroix fue un pintor con bigote y todo. Como
Dios manda. Vivió en pleno siglo XIX. Cuando la gente culta y ociosa pensaba que la vida debia ser vivida con intensidad. Que el amor debía ser intenso y apasionado. Que se debía rendir culto a la historia antigua y a los mitos. Que la naturaleza era lo más de lo más. Es que los señores con dinero se aburrían un montón y acabaron empachándose de belleza. Y de otras drogas menos fuertes.
De todos los cuadritos que había en la exposición el que más me llamó la atención fue el
San Sebastián curado por Santa Irene. Me gustó porque este
San Sebastián está muy buenorro. A mi me pone. Entre otras cosas porque no está atado con cara de pasarlo supermal como todos los otros millones de
San Sebastianes de turno que se han pintado. Porque, ésa es otra, no eres un pintor de verdad si no has pintado en alguna ocasión a este soldadito romano.
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Con lo mono que era y como me lo han dejado
estos romanos impíos |
El resto de las pinturas eran también impresionates. Y a medida que avazabas cronológicamente, además de impresionates eran cada vez más impresionistas. Si, niños y niñas. Porque este muchacho se pasó un poco por el forro de los cojones a los señores serios y amargadetes del dichoso
Salón de París y empezó a pintar como sentía. Qué valor.
Y otra exposición a la que he ido hace muy poquito ha sido a...tachan, tachan...la del
Hermitage en el
Prado. Claro. Cuál si no. Es que si no has ido a ésta, te miran mal por la calle. Todo madrileño y pegado que quiera estar al día tiene que haber ido a esta cosa. Si no, eres lo peor y no eres nada cool.
Pues yo he ido. Y lo flipas. No sobra nada. Bueno, sí. Sobran las pinturas del siglo XX, que son todas una mierda. Se podrían haber ahorrado, sobre todo, al mamarracho del
Picasso, un tío asqueroso y totalmente sobrevalorado. Y que pintaba de puta pena. Cuando dije ésto en alto, me miró una señora que tenía al lado poniendo cara de: pobrecito tonto.
Aparte de esta pequeña y desagradable parte final de la exposición, todo lo demás era apabullante. Las pinturas, las esculturas, las joyas...todo. Entre las esculturas destaca una de un tío del que siempre he sido fan:
Antonio Cánova. Aún recuerdo al
Endimión Dormido que trajeron para
Las Lágrimas de Eros que montó la
Tita Thyssen hace dos años. En esta del
Hermitage tienen a una
Magdalena Penitente que quita el hipo. Mola.
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A ésta hay que verla en directo. Y fijarse en lás lágrimas
delicadamente esculpidas en su rostro. Acojona. |
Y está, señoras y señores, una pintura de el inigualable, inimitable y el absoluto puto amo del romanticismo alemán,
Caspar David Friedrich. Ay, los alemanes, qué bien se les dió siempre ésto del arte. Acordaos del
Goethe. Yo, con dieciseis añitos, me sabía de memoria las primeras páginas del
Fausto. Qué tonto fui de joven, si es que tenía que haber follado más y leer menos. Y qué decir del
Werther, qué forma de comerse la cabeza. Qué bien sabían sufrir los románticos. Ésos sí que lo pasaban mal de verdad en plan "me voy a suicidar si no me quieres". Y no como los emos de mierda de ahora. Otro fraude.
El cuadrito que mejor representa al
Caspar D. Friedrich es el
Viajero Frente al Mar de Niebla. Sin palabras.
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Uy, se me ha vuelto a olvidar la cámara.
Con lo que me ha costado subir hasta aquí. |
Una de las pinturas que tenian del
Caspar D. Friedrich en esta exposición se titula
Amanecer en las Montañas. Es del año 1823.
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Qué paisaje más mono para poner en mi cuartucho. |
Tengo ahora mismo, mientras escribo este post tan tonto, una lámina que me compró
J, mi casi novio al salir de la exposición, en la tienda del museo. Fue en plan sorpresa porque él sabe que me mola que te cagas. Él se compró otra, pero en más grande. Para el salón. Ahora sólo nos queda ir a comprar juntos el marco al
Ikea. Yo lo pondré en mi cuartucho del piso de alquiler. Frente a la cama. Para que cuando me levante vea ese paisaje. Y me acuerde un poquito tambien de
J, mi casi novio. Si ya os lo he dicho antes: yo, en el fondo, soy un romántico.
Y a mucha honra.
Este post ha sido elegido como el
Post Coñazo Del Mes. Lo siento.