La Sole Y Yo 3: Tengo Una Carta Para Tí, Maricón

Este jueves me dijo J, mi querido J:

- Somos ya suficientemente mayores y tenemos los dos ya una edad como para plantear las cosas seriamente. Zowi: vente a vivir conmigo a mi casa.

¡Coño!. Pensé yo un poco sorprendido. Es que no me lo esperaba. Todo esto surgió al final de una larga y pausada conversación en la que nos planteábamos cómo llevaríamos una relación a distancia si, como parece, me tuviera que pirar a trabajar lejos. Muy lejos. Yo le dije a J, mi querido J, que yo lucharía por vernos siempre que mi trabajo me lo permitiera y que no cambiaría realmente nada. Y siempre con la idea en la cabeza de volver a Madrid a currar en el futuro si las cosas mejoraban en esta España nuestra. Yo creo que, a pesar de ser J, mi querido J, un tío muy equilibrado y razonable, se acojonó algo con la idea de separarnos. Ahora que nos va tan bien. Y no pudo evitar plantearme ese cambio.

Yo rápidamente le respondí. Quizás demasiado rápidamente:

- Igual es pronto, ¿no crees?. Vamos a esperar un par de meses o tres y volvemos a hablar.

Le sonreí, le besé y le abracé fuertemente. El dijo que le parecía bien y que haríamos las cosas como yo quisiera. Pero que no me olvidara de que esa puerta estaba ya abierta. Y desde el jueves no dejo de asomarme a la susodicha puerta y no dejo de pensar en que, tal y como están las cosas, el paso más lógico sería decirle que sí. Dejar mi piso compartido gay. Y compartir mi vida definitivamente con J, mi querido J. Porque prácticamente es como estamos ahora. Porque como dijo él, ya no somos niños. Y no estamos tonteando.

Hoy me ha llegado una carta de la Sole.

Sí, la Sole, esa pesada que ha vivido conmigo muchos años. Esa insoportable compañía que me siguió a Madrid cuando me mudé y que me acosaba por las calles, a pesar de no haberla dejado entrar nunca en mi piso compartido gay. Parece que se cansó de que yo le diera largas y decidió dejarme durante una temporada. Yo ya no sentía su presencia y me había olvidado de ella totalmente. Es que, estando con J, mi querido J, ciertas cosas se te olvidan fácilmente. Ya sé que ha sonado demasiado tonto. Pero es como debe sonar ahora. Lo siento.

Y ésto es lo que me ha escrito, la muy pesada:

Querido Zowi.

Te escribo desde Torrevieja, Alicante. Desde un pequeño apartamento con vistas a otro pequeño apartamento y a sólo diez quilómetros escasos de la playa. Pero hay un Mercadona cerca muy bien abastecido y una pequeña tele en mi saloncito con cocina americana. Para ver el Sálvame y el Mujeres y Hombres y Biceps-berzas. Para qué necesito más, cari. Lo tengo todo para ser superfeliz.

Te echo mucho de menos. Fueron muchos años viviendo juntos, mi niño. Y aunque me dejaste tirada como a una perra en Madrid, no te guardo rencor. Bueno, sí que te guardo rencor. Y bastante. Que para algo soy una tía amargada, gorda y fea.

De hecho, ya te voy avisando, en cuanto te despistes y las cosas con ese chico tan guapo, listo e inteligente con el que estás se vayan al garete, no dudes de que volveré contigo a darte el coñazo. Porque de la Sole nunca nadie se libra. Y aunque creas que estoy lejos, te seguiré la pista siempre, maricón.

Bueno, niño. Me despido que empieza en Telecinco el Qué Tiempo Tan Senil de la Campos y hoy no me lo pierdo. Que he leido en el Pronto que hoy entrevistan a alguien de menos de cincuenta años. Un hito en la historia de este programa.

Adiós, guapito. Nos vemos pronto.

La Sole